Es común escuchar dentro de la iglesia que es difícil conectarse con otros creyentes de una manera íntima y edificante espiritualmente. Es fácil llegar a una iglesia nueva como estudiante de seminario y pasar meses sin conectar con otros creyentes en un nivel espiritual. Aun para un creyente que lleva años en la misma iglesia, hay una lucha para tener comunión profunda que edifique a la congregación. Sin embargo, Dios ha diseñado la iglesia, como el cuerpo de Cristo, para ser un lugar donde los creyentes son edificados mutuamente para alcanzar la madurez y semejanza a Cristo para la gloria del Padre. Dios nos ha dado a Cristo como la Cabeza y autoridad de la iglesia (Ef 1:22; Col 1:18, 2:10). Bajo la autoridad del Señor Jesucristo, la iglesia tiene claras instrucciones en cuanto a cómo debemos vivir para tener una comunión espiritual y profunda que agrade a Dios.
Entre muchas otras instrucciones, tenemos tres mandatos específicos que nos pueden ayudar a profundizar nuestras relaciones dentro de la iglesia cada semana.
Interésate genuinamente en la vida de tus hermanos.
El primer mandato que tenemos de nuestro Señor, es ocuparnos con los intereses de los demás. Una barrera que inhibe la comunión profunda, es nuestra tendencia de enfocarnos en nuestras propias necesidades e intereses. Pero Cristo, por medio del apóstol Pablo, nos da el mandato que “cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás” (Fil 2:3-4). Cristo tuvo esta actitud cuando, siendo Dios, se humilló y tomó la forma de un siervo para morir en la cruz en nuestro lugar (Fil 2:5-8). Cristo mismo dijo “cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:43-45). Si nosotros, como creyentes, nos ocupamos con el bienestar espiritual y físico de los demás, vamos a disfrutar de una comunión profunda y espiritualmente rica.
Estimula a tus hermanos en el amor y las buenas obras.
El Segundo mandato que Cristo nos da para llevarnos a una madurez y comunión profunda dentro de la iglesia es que enseñemos a cada hombre “a guardar todo lo que os he mandado” (Mat 28:20). Tenemos mucha enseñanza en la iglesia, la cual es necesaria para el crecimiento, pero hace falta muchas veces el practicar y obedecer lo que hemos escuchado. Tenemos el mandato de Cristo obedecer y guardar sus mandatos. Podemos profundizar nuestra comunión en la iglesia por medio de considerar “cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras…y mucho más al ver que el día se acerca” (Heb 10:24-25). El hecho de estimularnos a las buenas obras requiere interacción personal para exhortarnos unos a otros a la obediencia a Cristo. Hablarnos y retarnos mutuamente en cómo podemos obedecer a Cristo para traer gloria a su nombre resultará en una comunión más profunda.
Amonesta y reprende el pecado de tus hermanos
Por último, para cultivar una comunión mas profunda en la iglesia debemos amonestar y reprender el pecado. En Mateo 18:15, Cristo nos manda, “si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas.” Este mandato de nuestro Señor no se cumple fácilmente, pero es necesario obedecerlo con un corazón de amor. Reprender y amonestar es una función del cuerpo para su edificación y madurez según Colosenses 1:28. Cristo nos promete lo que sucede cuando reprendamos a nuestro hermano, “si te escucha, has ganado a tu hermano” (Mat 18:15). El resultado de reprendernos unos a otros por nuestros pecados lleva a amistades sólidas y profundas. Para amonestar a nuestro hermano, nosotros también tenemos que estar listos para recibir el regaño de otros con un corazón humilde. Cristo desea tener una iglesia santa, sin mancha e irreprensible delante de Él (Col 1:22), Pedro nos exhorta a ser santos como Él es Santo (1 Ped 1:16), y por medio de obedecer al Señor de esta manera la comunión en la iglesia será sólida y significativa.
Una comunión espiritual más profunda en la iglesia solo viene por medio de aferrarnos a la Cabeza del cuerpo, Cristo Jesús, obedeciendo sus mandatos. Con la ayuda del Espíritu podemos obedecer sus mandamientos de ocuparnos con los intereses de los demás, estimularnos al amor y las buenas obras, y reprendernos por el pecado. Es por obedecer en estas áreas que vamos a disfrutar de una comunión en la iglesia que sea más profunda y que agrade a Dios.
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Joseph Grewe, original de Spokane, Wa. Está Casado con Hannah desde el 2017. Actualmente se está entrenando en TMS para servir como misionero en España.