El peligro de ser chistoso en el púlpito.

Si huiese una palabra que pudiera describir la cultura en la que vivimos, sería “superficial”. Vivimos en una sociedad juvenil, adolescente, inmadura y superficial. La gente vive de la evasión y el entretenimiento, gastando miles de millones cada año para experimentar las sensaciones más grandes de la vida y no tener que pensar en cuestiones más profundas como la responsabilidad moral y la inevitabilidad de la muerte.

Para empeorar las cosas, se trata de la misma cultura superficial que ha influenciado a la iglesia. Tristemente cuando los creyentes recién nacidos están delante del púlpito cada semana comparan instintivamente la calidad de la predicación del pastor a un monologo de un comediante. En lugar de desear instantáneamente la leche pura de la Palabra, intuitivamente anhelan tener comezón de oír algo que les haga reír. A pesar de que ya han sido salvados, su viejo hombre todavía anhela por un mensaje superficial que le haga sentirse bien.

Los recién convertidos no cambian de gusto de la noche a la mañana, el desarrollo de un hambre por la predicación bíblica toma tiempo. Por lo tanto, el pueblo de Dios debe ser enseñado a reverenciar la verdad; deben ser instruidos por los predicadores expositivos a apreciar la proclamación de la Palabra de Dios. Deben ser, en resumidas cuentas, entrenados para comprender la seriedad de la Escritura.

El problema es que muchos predicadores se han convertido en comediantes. Aunque muchos pastores saben muy bien que la Biblia no es un asunto de risa, han llevado a sus iglesias ha reemplazar sus púlpitos con un escenario, y han creado sermones llenos de humor y entretenimiento con en fin de hacer sentirse bien a las personas. Un número cada vez mayor parece que no puede resistir la tentación de proporcionar “humor santo” para sus congregaciones. Por desgracia, entre más risa se eleve desde las bancas de la iglesia más exitosa es considerada la iglesia.

En contraste con esta tendencia creciente observamos que la Biblia enfatiza una perspectiva completamente diferente cuando se trata de encontrar el humor en la presentación de la verdad bíblica. La seriedad define la esencia misma de la Escritura. Desde el relato de la creación a la visión del Apocalipsis, la Biblia es esencialmente una historia seria.

No hay nada intrínsecamente divertido sobre el pecado, la salvación o la santificación. No hay nada de humor sobre el precio involucrado en la superación de las tinieblas con la luz y el triunfo sobre la ruina con la redención. No hay nada chistoso acerca del Cielo y el Infierno; Satanás y los demonios; el sufrimiento y el sacrificio; o el fuego y los necios.

Es cierto, antropomórficamente hablando, Dios en el Antiguo Testamento se dice que ha reído (Sal. 2:4; 59:8), pero jamas como una expresión de alegría o diversión debido a algún giro inesperado en un chiste. No, Dios en el Antiguo Testamento sólo se ríe de lo triste y absurdo que son aquellos que creen que van a escapar de su ira, pero nunca porque él piensa que algo es gracioso. Los profundos temas revelados en la Biblia no son un asunto de risa.

Sin embargo, con todo esto dicho, aún existe la necesidad para reírse en la vida. Eclesiastés 3:4 dice que “Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír.” Existe el tiempo para el humor. La risa y el ingenio son ambos gracias comunes concedidas a nosotros para que podamos disfrutar de las ironías y los absurdos de la vida. Hay muchos momentos apropiados cuando la risa y el humor pueden ser una profunda bendición, especialmente a aquellos que están pasando por pruebas prolongadas. “El corazón alegre es buena medicina.” (Proverbios 17:22). Por lo tanto, incluso los sermones en ocasiones pueden contener humor.

No es que el humor siempre debe ser evitado en la predicación. Sin embargo, debido a la superficialidad de nuestra cultura, el humor excesivo disminuye la seriedad de la Escritura, por lo que es importante que los pastores conozcan que hay por lo menos tres peligros conectados a ser demasiado chistosos en el púlpito:

1. El humor puede degradar la dignidad del pastor.

Una de las características más importantes tanto de un anciano y el diácono en la iglesia es el atributo de la dignidad (1 Timoteo 3:4; 8). Los hombres que han de supervisar la iglesia han de ser conocidos como hombres dignos, respetables y sobrios. La razón por la que estas características son tan vitales se debe a que el exceso de humor (o el tipo equivocado) disminuye la seriedad del púlpito; pinta al pastor como un payaso; un hombre tonto; y, a veces, un ególatra. Llamar excesivamente la atención al ingenio de uno es una práctica de auto-promoción y orgullo que distrae la atención del mensaje bíblico.

2. El humor puede dañar el punto del mensaje.

Una historia tonta o comentario cómico se convierte en contraproducente cuando desvía la atención del público del punto del sermón. A veces el humor puede disminuir la lección; puede trivializar el mensaje; puede diluir el sermón de su seriedad bíblica por causa de una risa. El humor debe ser conducido de tal forma que vaya de acuerdo al tono del mensaje (un texto de juicio, por ejemplo, debe ser predicado de tal manera que el tono refleje la advertencia del pasaje). Si bien es cierto que a veces una congregación necesita un momento para “tomar aire” y permitir que el impacto llegue al corazón de las personas, la manera en que esto se lleva acabo debe complementar el tono del texto.

3. El humor puede desensibilizar la preocupación de la congregación.

Un hombre joven una vez se me acercó después de un funeral que realicé y preguntó cuando se realizaban nuestros servicios regulares el domingo por la mañana. La sobriedad del momento le había convencido de que era el momento para que estar una vez más bajo la enseñanza regular de la Palabra de Dios. Pero, irónicamente, en el mismo aliento, agregó que él también quería encontrar una iglesia donde el pastor era tan divertido como su pastor anterior había sido. En cuestión de minutos, un mensaje serio sobre la finalidad de la vida había sido reemplazado por el deseo de un predicador ingenioso.

Los pastores que apacientan a sus ovejas con una dieta constante de comida chatarra y cómico solamente sirven para agravar ese tipo de superficialidad.

El filósofo existencialista Soren Kierkegaard una vez contó la historia de un payaso la cual demuestra la seriedad de estas advertencias:

“Sucedió que se produjo un incendio en los camerinos de un teatro. El payaso apresuradamente salió a informar al público acerca de lo que estaba sucediendo. Ellos pensaron que era una broma y aplaudieron, ya que era un payaso. Él repitió su advertencia gritando aún más fuerte, pero no le hicieron caso. Yo creo que el mundo llegará a su fin en medio de aplausos por causa de todos aquellas personas ingeniosas que creen que todo es una broma.”

Aunque el uso del humor en el púlpito no debe ser completamente abolido, los pastores deben considerar seriamente los peligros inherentes a su uso excesivo. Puede degradar la dignidad del pastor, dañar el significado del mensaje y desensibilizar la preocupación de la congregación.

****

Tom Patton, graduado de The Master’s Seminary con una maestría en divinidades (MDiv), es uno de los pastores de consejería y discipulado en la iglesia Grace Community Church en Los Ángeles, California. Él y su esposa, Lori, tienen tres hijos.