Cuando se ha cometido una infracción de la ley, la meta de cada sistema judicial en cualquier país es proveer un juicio imparcial. ¿Se cumple esto? En la mayoría de las casos. Sin embargo, hay ocasiones en las que estos juicios no son justos y las sentencias son, por supuesto, inapropiadas. Muchas personas han sido condenadas sin tener la culpa. Estas falsas condenas se pueden presentar por un error en la apreciación de las evidencias, o porque las personas que testificaron en contra en un juicio lo hicieron para satisfacer sus propios intereses, o porque los que administraron la ley eran corruptos.
Es posible que en las iglesias encontremos falsos convertidos, personas que puede que hayan hecho una confesión de fe, pero en realidad no creen y por lo tanto necesitan el evangelio.
En los Estados Unidos hemos escuchado de varios casos de personas que han sido acusadas y llevadas a la cárcel por varios años y no eran culpables. Sally Clark fue acusada y encarcelada por la muerte de sus dos hijos, uno en 1996 y el otro en 1998. Todas sus acusaciones fueron retiradas en el 2003 cuando después de analizar la evidencia se encontró que la razón de las muertes fue por causas naturales y que la evidencia fue manipulada por algunas personas interesadas en encontrar un culpable. Thomas Kennedy fue sentenciado a 15 años de prisión por la violación de su hija y el después de 9 años de estar en la cárcel fue declarado inocente. Su hija confesó que no había tenido relaciones con su padre sino que había inventado esta mentira para proteger a su compañero de intimidad. El gobierno Australiano que necesitaba un chivo expiatorio acusó a los hermanos Ray, Peter y Brian Micklberg en el 2011 de robar 49 lingotes de oro avaluados en 2.03 millones de dólares pero no eran culpables, se ha hecho hasta una película para presentar la verdadera historia.
Si estas falsas acusaciones y condenas se dan en un sistema judicial diseñado para asegurar la buena administración de la justicia, me pregunto: ¿será posible que en las iglesias encontremos falsos convertidos que han hecho falsas confesiones? Es decir, ¿habrá personas que según la evidencia superficial nos hagan creer que son creyentes pero con el tiempo nos damos cuenta que no lo son? O ¿será que tenemos un falso entendimiento de la salvación en nuestras iglesias y estamos asegurando a las personas una salvación que no es bíblica?
El propósito de este artículo no es para que tengamos un manual de cómo saber si una persona ha sido regenerada o no. Tampoco es para condenar a nadie, sino es para recordar que es posible que en las iglesias encontremos falsos convertidos, personas que puede que hayan hecho una confesión pero en realidad no creen y por lo tanto necesitan ser evangelizadas. Estas personas pueden asistir a las reuniones de los domingos y a los estudios de Biblia, pero no han sido regeneradas. Tristemente sus aparentes muestras de piedad nos pueden engañar a nosotros e inclusive ellos mismos, pensando que hacen parte de los santos cuando no lo son.
Las siguientes tres verdades nos muestran que es muy factible encontrarles en medio de nosotros:
1. No son salvos... y lo saben
Primero, recordemos que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunta a Jesús: “¿y cómo puede ser esto?” y Él le responde: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8). Es decir, la salvación es de Dios y si alguien dice ser salvo pero Dios no le ha salvado, entonces miente y la verdad no está en él. El que es nacido de nuevo es el que confiesa con su boca a Jesús por Señor, y cree en su corazón que Dios le resucitó de entre los muertos. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:9-10).Una palabra importante acá es “creer”. Es decir, que sólo es salvo si se confiesa y se cree en el evangelio. Ahora, sólo se cree si Dios le ha dado un nuevo nacimiento, sólo si Dios le ha regenerado. No es Cristiano por sólo asistir a una iglesia o hacer una confesión verbal. No es por voluntad de carne sino de Dios.
No todo el que diga: “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad del Padre
2. Creen que son salvos, pero no lo son
Segundo, hay otros que al parecer son creyentes, que usan el vocabulario de los creyentes y por sus evidencias nos parece que lo son. Estos están involucrados en el servicio de la enseñanza, en actividades espirituales, incluso podrían echar fuera demonios, como dice Jesús en el evangelio de Mateo. “Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad” (Mateo 7:22-23). No todo el que diga: “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad del Padre que está en los cielos y sólo el que tiene el Espíritu de Dios puede hacer la voluntad del Padre. Algunos pretenden tener el Espíritu de Dios pero no lo tienen.
3. Buscan ser salvos, pero no han llegado todavía
Tercero, es posible que algunas de nuestras iglesias estén administrando la ley de Dios a su acomodo, es decir, que para poder tener un número alto de asistentes cambien el mensaje. Algunos, para mostrar que han logrado muchos convertidos, simplifican el evangelio para conseguir afirmaciones de aceptación. Por ende, la gente todavía no ha entendido, ni sabe qué debe creer. El mensaje completo no se ha predicado y por lo tanto no se ha cumplido con la principal función de la iglesias—el de hacer discípulos, enseñándoles a guardar todo lo que Jesucristo ha mandado (Mateo 28:20)
La iglesia de Dios es la reunión de los santos, pero hay asistentes los domingos que posiblemente estén engañados, creyendo ser salvos cuando en verdad no hacen parte del reino. Esto es muy triste y debería motivarnos al evangelismo. Como creyentes es imperativo reconocer este problema existente en medio de nuestras congregaciones. Hombres y mujeres necesitan ser evangelizados. Una de las prioridad cuando se hace evangelismo son los incrédulos afuera de la iglesia, pero al mismo tiempo es probable que encontremos algunos de ellos en medio de la congregación.
Recuerde, podemos ser engañados y encontrar en medio de nosotros incrédulos. Pero el propósito de estar alertas no es dudar de la salvación de todos en la congregación, sino entender que siempre existe la necesidad de comunicar el evangelio de forma clara en cada lugar para que nadie se encuentre en la triste condición de no ser salvo.
****
Fernando Jaimes, recibió el grado de Especialista en Mercados de la Universidad de los Andes, Bogotá antes de venir a The Master's Seminary donde curso las maestrías en Divinidad y Teología (M.Div.; Th.M.), y ahora busca un Doctorado en Ministerio (D.Min.). Actualmente sirve como administrador del Instituto de Expositores en Los Ángeles, California. Su esposa, Julia, y él tienen dos hijos: David y Samuel.