En 2 Timoteo 3 y 4 Pablo escribió una exhortación final a Timoteo, su hijo en la fe, a mantenerse firme y perseverar hasta el fin. Para Timoteo, el mandato fue claro: "predica la Palabra." Con el fin de equiparlo para la tarea, Pablo dio a Timoteo cinco razones para perseverar fielmente en el ministerio, motivaciones en 2 Timoteo 3:1-4:4 las cuales son tan aplicables hoy como lo eran cuando el apóstol las escribió hace casi dos mil años.

El día de ayer introdujimos esta breve serie basada en 2 Timoteo 4:2 (ver artículo aquí). El día de hoy consideraremos la primera de las razones por las que Pablo exhorta Timoteo a predicar la Palabra:

Motivación 1: Predica la Palabra
Debido al peligro de los postreros días (2 Timoteo 3:1-9)

En 2 Timoteo 3:1, Pablo advirtió a Timoteo que en "los postreros días vendrán tiempos peligrosos." En este contexto la frase "postreros días" no se refiere solamente al final de la era de la iglesia, sino a la totalidad de la misma, desde el día de Pentecostés hasta la segunda venida de Cristo. El punto que Pablo está haciendo no es que habrá tiempos difíciles solo cuando la era de la iglesia esté a punto concluir, sino más bien que hasta que el Señor regrese, la iglesia experimentará continuamente tiempos difíciles. Como lo explica el comentarista William Hendricksen: "En cada época de la historia, habrá una temporada en la que los hombres se niegan a escuchar a la sana doctrina. Como la historia sigue adelante hacia la consumación, esta situación empeora "(Exposición de las Epístolas Pastorales, 311).

A lo largo de la historia de la iglesia habrá estaciones del tiempo en las que los creyentes serían salvajemente amenazados

La frase "tiempos peligrosos" no se refiere a puntos cronológicos ligados a un cierto tiempo, sino más bien a temporadas o épocas de tiempo. El término "peligrosos" significa algo "salvaje" o "difícil". Al utilizar esta frase, Pablo expresa la realidad de que a lo largo de la era de la iglesia habrá estaciones del tiempo en las que los creyentes serían salvajemente amenazados.

Pablo ciertamente sabía mucho acerca de la dificultad de que los cristianos podrían enfrentar ya que su misma ejecución era inminente. Él comprendía que Timoteo enfrentaría persecución y hostilidad, y que su joven aprendiz sería tentado por pecados de cobardía y compromiso. Por esa razón, el antídoto recomendado por Pablo es que predicara la Palabra.

2 Timoteo 3:13 nos dice: "mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados" Estos son hombres: "amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios"(3: 2-4). Externamente podrían aparentar ser religiosos, tal como lo advierte: "tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad"(vv. 5-7). Su mente es una mente depravada, llena de pecado, y siempre se oponen a la sana doctrina y rechazan la fe.

La mayor amenaza para la Iglesia no proviene de fuerzas hostiles de afuera, sino de los falsos maestros que se encuentran adentro. Estos podrían ser comparados a  terroristas espirituales: se cuelan a la iglesia y dejan un rastro de destrucción a donde quiera que van. Estos son lobos con piel de ovejas (Mateo 7:15.).

La iglesia ha sido amenazado por maestros falsos, lobos salvajes, y estafadores espirituales desde sus primeros días (vea Hechos 20:29). Satanás, el padre de la mentira (Juan 8:44), siempre ha tratado de socavar la verdad con sus artimañas (1 Timoteo 4:1; cp. 2 Corintios 11:4). No es de extrañar que la historia de la iglesia a menudo ha estado marcada por tiempos peligrosos en las que la mentira y el engaño han librado una guerra contra el evangelio puro. Consideremos, por ejemplo, el caos creado por los siguientes errores:

La mayor amenaza para la Iglesia no proviene de fuerzas hostiles de afuera, sino de los falsos maestros que se encuentran adentro

Sacramentalismo

Una de las primeras doctrinas falsas que se infiltró en la iglesia en escala masiva fue el sacramentalismo, la idea de que un individuo puede encontrar cercanía a Dios a través de ritualismos, liturgias o ceremonias religiosa. La institución que encabeza este movimiento es la Iglesia Católica Romana la cual se ha convertido en un salvador de alquiler, conectando personas a un sistema religioso y altamente elaborado, pero nunca a Cristo.

Sacramentalismo, es decir rituales religiosos, se han convertido en un fuerte enemigo del verdadero evangelio, pues ataca la gracia y autoridad de Dios y su Palabra. A lo largo de la historia de la iglesia, en particular a lo largo de la Edad Media, la religiosidad sacramental impregno la iglesia en Europa y por ende casi estrangula cualquier despertar espiritual durante casi todo un siglo. Aunque el sacramentalismo fue expuesto durante la Reforma por la gracia de Dios, todavía representa una amenaza hoy en día.

Racionalismo

No paso mucho tiempo después de la Reforma cuando se infiltró en la iglesia una segunda oleada de error: el racionalismo. Cuando la sociedad europea surgió de la Edad Media, existía un aire que elevaba la razón humana y el empirismo científico y degradaba todo lo espiritual y sobrenatural. Los filósofos ya no buscaban a Dios como la explicación para la existencia universal, sino que ahora buscaban explicar todo en términos racionales, naturalistas y deístas.

Como los hombres comenzaron a colocarse por encima de Dios y su propia razón sobre la Escritura, no pasó mucho tiempo hasta que el racionalismo mismo infiltró la iglesia. La alta crítica textual de la Biblia, la cual negaba la inspiración e infalibilidad de la Biblia, era cada vez más común en universidades y escuelas teológicas tanto en Europa como en América. Eruditos y teólogos dirigidos por sus propias conclusiones comenzaron a cuestionar los principios y bases de la fe, popularizando la búsqueda del verdadero Jesús histórico y la completa negación de la autoría mosaica del Pentateuco.

Ortodoxismo

Una tercera amenaza a la iglesia podría ser etiquetada como ortodoxismo. Después de que la iglesia pasara por los movimientos del sacramentalismo y racionalismo, una rama decidió regresar al cristianismo ortodoxo. Sin embargo los principales medios utilizados para lograr este objetivo fue la imposición de estándares externos. El resultado final no fue el verdadero cristianismo, sino un frío formalismo y el moralismo superficial. Este tipo de ortodoxia muerta fue frecuente a principios del siglo XVIII en Europa, donde la iglesia se había convertido en un desierto espiritual. En América también las iglesias protestantes eran caracterizadas por la apatía y la hipocresía.

Aunque la verdad estaba al alcance de todos, no existían muchas personas que tuviesen una genuina creencia. La verdadera convicción había sido cambiada por una indiferencia a la Palabra de Dios y la verdadera conversión por expresiones externas que aparentasen cierto nivel de espiritualidad. Fue en medio de esta muerte espiritual que el Espíritu de Dios, a través de hombres como George Whitefield, Jonathan Edwards y John y Charles Wesley, provocó un renacimiento tanto en Inglaterra como en la América colonial. Tristemente la ortodoxia muerta aún persiste en ciertas iglesia de hoy. Congregaciones hoy en día están llenas de personas que se dicen ser creyentes, viéndose bien en el exterior, pero internamente no conocen a Dios.

Politicismo y ecumenismo

A lo largo de los siglos XIX y XX la iglesia se fascinó casa vez más con el gobierno y el poder político. Muchos cristianos llegaron a estar convencidos de que mejor manera de influir al mundo era a través de la acción civil y el activismo social. Durante los últimos 150 años, especialmente en las últimas décadas, millones de dólares se han gastado tratando de legislar la moralidad. Sin embargo, los resultados han sido nulos, tal como lo vemos en la sociedad estadounidense la cual continua de mal en peor.

En su preocupación por la política, la iglesia ha abandonado su principal propósito en la tierra, el cual no es política sino el ministerio de la reconciliación. La Gran Comisión es un llamado a hacer discípulos, no a cambiar el gobierno. Para que haya una verdadera transformación en la sociedad, debe primeramente haber una transformación de pecadores a nivel individual. Tal tipo de renovación espiritual no se puede legislar, pues es  posible sólo a través de la predicación del evangelio por medio del poder del Espíritu.

A lo largo de los últimos dos siglos la iglesia ha tratado de encontrar cierta unidad entre los diferentes bandos doctrinales y teológicos. Lamentablemente, en su búsqueda de moralizar al mundo y traer paz y mejora global, algunos evangélicos comenzaron a ver a otros grupos religiosos, como los Católicos y los mormones, como aliados políticos, más que como un campo misionero. Nada podría estar más lejos de la verdad, pues cuando se ve comprometido el evangelio se ve comprometida la iglesia (cp. 2 Corintios 6:14).

Subjetivismo y misticismo

En las décadas de los 1960s y 70s el movimiento llamado Renovación Carismática, comenzó a infiltrarse en las principales denominaciones evangélicas. Como resultado, ciertas iglesias comenzaron a definir la verdad basados en la experiencia emocional. Los sentimientos, experiencias, la subjetividad, supuestas revelaciones, visiones, profecías y la intuición comenzaron a ser las bases de interpretación de la Biblia y no la clara enseñanza del texto bíblico.

En la década de los 80s, la influencia de la psicología clínica trajo el subjetivismo en la iglesia. El resultado fue un cristianismo centrado en el hombre en el que el proceso de la santificación se redefinió para cada individuo, y el pecado se comenzó a ser etiquetado como una enfermedad. La Biblia dejó de ser considerada suficiente para la vida y la piedad y en cambio fue reemplazada con técnicas psicológicas.

El misticismo, por su parte, llegó con todo su apogeo en la década de los 90s, devastando la iglesia al convencer a la gente que deberían escuchar una palabra sobrenatural de Dios en lugar de buscar su voluntad en su Palabra escrita. La gente comenzó a dejar a un lado la Biblia con tal de buscar que el Señor las hablase directamente de alguna manera aparte de la Biblia. Como consecuencia, la autoridad de la Escritura se volvió nula, pues la gente confiaba más en sus supuestas revelaciones que lo que está escrito en la Biblia, buscando la voz de Dios en otros lugares y no en la Palabra escrita.

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John MacArthur es el presidente de The Master’s Seminary y pastor de la iglesia Grace Community Church. Sus predicaciones en el programa de radio Gracia A Vosotros son escuchados alrededor del mundo. Él y su esposa Patricia tienen cuatro hijos y quince nietos.

Publicado originalmente en inglés aquí.