Mientras que muchos podrían pensar en Martín Lutero y sus 95 tesis como los causantes de la Reforma, creo que si se le preguntase a Lutero mismo, él no se señalaría a sí mismo o sus propios escritos como la razón detrás de la Reforma. Basado en su vida y obra, él le daría todo el crédito a Dios y su Palabra.

Dos causantes fundamentales de la Reforma:

1. La Palabra de Dios

Cerca del final de su vida, Lutero declaró:

"Todo lo que he hecho es presentar,  predicar y escribir la Palabra de Dios. Aparte de esto no he hecho nada.… Es la Palabra la que ha hecho grandes cosas… no he hecho nada; la Palabra ha hecho y conseguido todo."

En otro escrito leemos: “Por la Palabra la tierra ha sido sometida, por la Palabra la iglesia se ha salvado y por la Palabra también será restablecida.”

Observe el lugar fundamental de la Escritura en el corazón de Lutero: “No importa lo que pase…la Palabra de Dios es mi roca y ancla. En ella confío pues ella permanece. Donde se detiene yo también me detengo y a donde va yo también voy.”

Lutero reconoció que el causante principal de la Reforma fue la Palabra de Dios, predicada por hombres de Dios en un lenguaje que la gente común de Europa pudiera entender, mediante el poder del Espíritu de Dios. Fue cuando los oídos de las personas fueron expuestos a la verdad de la Palabra de Dios que sus corazones fueron traspasados y cambiados radicalmente.

Ese mismo poder que transformó el propio corazón de Lutero, obra en el corazón de las personas hoy en día, como lo dice Hebreos 4:12:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

A finales de la Edad Media, la iglesia católica romana había encarcelado a la Palabra de Dios en la lengua latín, un lenguaje que la gente común de Europa ya no hablaba. Fueron los reformadores los que liberaron la Escritura al traducirla. Y una vez que las personas obtuvieron la Palabra de Dios, la Reforma se volvió inevitable.

2. Precursores de la Reforma

El compromiso de Martin Lutero por la Palabra no fue algo nuevo. Al leer la historia, podemos ver que hubo precursores de la Reforma antes de Lutero:

Los Valdenses

En el siglo 12, los Valdenses tradujeron el Nuevo Testamento del latín a sus dialectos regionales franceses. Según la tradición, tal era su compromiso con la Escritura, que las diferentes familias Valdenses memorizaban grandes porciones de la Biblia, de manera que si las autoridades católicas romanas les encontrasen y confiscasen sus copias impresas, serían capaces de volver a reproducir toda la Biblia de memoria.

Juan Wycliffe

En el siglo 14, John Wycliffe y sus asociados en Oxford, Inglaterra tradujeron la Biblia del latín al inglés. Los seguidores de Wycliffe, conocidos como los Lolardos, iban de pueblo en pueblo predicando el evangelio y enseñando la Palabra en inglés.

Jan Hus

En el siglo 15, Jan Hus se convirtió en el predicador más popular de Praga al predicar en la lengua del pueblo y no en latin. Sin embargo, debido a que Hus insistió en que sólo Cristo es la cabeza de la iglesia y no el papa, el concilio católico de Constanza le condenó como hereje. Murió en como mártir en la hoguera en 1415.

Martín Lutero

A principios  del siglo 16, mientras que el estudio del griego y el hebreo estaba siendo re-descubierto en las instituciones académicas del día, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán, completando el Nuevo Testamento en 1522.

William Tyndale

En 1526, William Tyndale completó su traducción del Nuevo Testamento de griego a inglés. Unos años más tarde, tradujo el Pentateuco del hebreo al inglés. Por sus traducciones y predicaciones, fue arrestado, estrangulado y luego quemado en la hoguera por la iglesia católica. Según el Libro de los Mártires de Fox, las últimas palabras de Tyndale fueron: “Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra.” Un par de años más tarde, el rey Enrique VIII autorizó la elaboración de la Gran Biblia, Biblia basada, en gran parte, en las traducciones de Tyndale. La Gran Biblia sirvió como base para la versión King James años más tarde (completada en 1611).

El hilo común de reformador en reformador fue un compromiso inquebrantable con la autoridad y la suficiencia de la Escritura, de tal manera que estaban dispuestos a sacrificar todo, incluso su propia vida, con tal de llevar la Palabra de Dios a las manos del pueblo.

Estos hombres dedicaron sus vidas a la Palabra porque entendían que el poder de la reforma espiritual y el avivamiento no estaba en ellos, sino en el evangelio (cp. Romanos 1:16-17). Es por eso que durante el siglo 16 los reformadores comenzaron a utilizar la frase en latín Sola Scriptura (“sólo por medio de la Escritura”), para enfatizar la verdad que la Palabra de Dios fue el verdadero poder y autoridad detrás de todo lo que dijeron e hicieron.

La ignorancia de la Biblia fue lo que hizo que la Reforma fuese necesaria, y fue la recuperación de la Escritura lo que hizo que la Reforma fuese posible. El poder de la Escritura dio a la Reforma su impacto duradero, y el Espíritu Santo fue el que llevó la verdad de la Palabra a influir los corazones y mentes de pecadores, transformándolos, regenerándolos y dándoles vida eterna.

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Nathan Busenitz (Ph.D.) es profesor de teología histórica en The Master’s Seminary. Después de haber servido como asistente personal de John MacArthur, Nathan llegó a formar parte del profesorado de TMS en el 2009. Él y su familia viven en Los Ángeles, California.

Publicado originalmente en ingles aquí.