“Pórtate bien, o me vas a descalificar para el ministerio.”
¿Qué debe decir el pastor a su esposa e hijos en cuanto a la realidad de que la conducta de ellos directamente afecta su trabajo? Seguramente es un tema que saldrá a la luz, pero creo que es un error grave que un pastor diga a su esposa/hijos que la conducta de ellos puede enviarlo al desempleo. De hecho propongo que comentarios semejantes ilustran perfectamente la actitud de un pastor legalista que es descalificado para el ministerio. Déjenme explicar.
Sin entrar en discusión acerca del significado de la necesidad que el anciano debe tener “hijos creyentes” (cp. Tito 1:6, algunos argumentan que significa “hijos fieles” a su padre, mientras que otros creen que significa “hijos salvos”), lo irrefutable es la verdad de que 1 Timoteo 3 y Tito 1 dan a conocer los requisitos de un anciano/pastor/obispo (términos que describen las funciones del mismo oficio, cp. Hechos 20:17;28, Tito 1:5-7, 1 Pedro 5:1-2).
EL TENER HIJOS CREYENTES REFLEJA LA HABILIDAD DE GUIAR A LAS ALMAS, LO CUAL DEBE TOMARSE EN CUENTA SI ÉL BUSCA GUIAR A LA IGLESIA
Un niño no aspira al cargo de pastor. Es decir, el que es examinado en su carácter, liderazgo y enseñanza es el papá, no el hijo. El tener hijos creyentes refleja la habilidad de guiar a las almas, lo cual debe tomarse en cuenta si él busca guiar a la iglesia (1 Timoteo 3:4-5). Por lo tanto, en vez de pensar que un hijo puede descalificar a su padre, más bíblico sería entender que el padre se descalifica a sí mismo si no maneja sabiamente a su familia.
Si esto le suena a un debate entre matices innecesarios, tal vez sería bueno hablar con algunos hijos de pastor (inclusive tienen mala fama con razón).
Cuando un padre se preocupa que sus hijos le van a descalificar del ministerio, a menudo gobierna su casa con reglas y estipulaciones que crean fariseos. Estos “farisecitos”, por temor de las consecuencias de su padre, se sujetan a sus reglas durante su tiempo en casa. Pero tan pronto llegan a la edad de poder marcharse, su verdadero corazón es revelado a todo el mundo. Desafortunadamente, ya que muchos pastores e iglesias piensan que la apostasía, si se comete fuera de casa, no afecta la irresponsabilidad del pastor; todo sigue como antes.
Me pregunto: ¿Quiero un tipo como este velando por mi alma, uno cuyo gobierno se marca por un legalismo exasperante? ¿El hecho de que sus hijos volaron de las cosas del Señor tan pronto pudieron, no habla algo de la manera que el papá los gobernó? La respuesta tiene que ser que sí, que al papá le importó más la sujeción visible de su familia (para que la gente lo viera como irreprensible) en vez de velar por el estado espiritual de sus corazones.
Por supuesto que estos principios aplican tanto a la esposa del pastor como a sus hijos. Si la esposa de un pastor resiente el hecho de que su marido prefiere pasar tiempo con otras personas más que con ella misma… en términos de descalificación, ¿de quien es la culpa? Yo diría que él tiene la culpa por no haber guiado a su esposa a amar el ministerio. Él debería de haber tenido mayor cuidado por el alma de su esposa. Entonces, en lugar de pensar que, “su esposa lo descalificó del ministerio”, debemos entender que “él se descalificó a sí mismo al no amar a su esposa más que a sí mismo y sus propias aspiraciones.”
Así que la próxima vez que escuche un anciano decir que dimite de sus responsabilidades por culpa de su esposa o hijos, conozca que tal respuesta revela el verdadero problema de su propio corazón. Él debe dimitir no por causa de ellos, sino por sí mismo. De hecho, probablemente debía haber dimitido hace años para cuidar mejor a su familia para que no llegara a tal punto. Desafortunadamente todos tendemos a ver las faltas de los demás antes de ver nuestras propias fallas. Somos muy buenos para erigir reglas para asegurarnos de que nuestras esposas se sometan y que nuestros hijos obedezcan, en lugar de asegurarnos de amar a nuestras esposas e instruir y disciplinar a nuestros hijos sin exasperarles.
UN PASTOR CALIFICADO ES EL ESPOSO Y PADRE QUE SE PREOCUPA POR SU PROPIO CRECIMIENTO ESPIRITUAL Y EL DE SU FAMILIA
Un pastor calificado es el esposo y padre que se preocupa por su propio crecimiento espiritual y el de su familia. Ellos saben que él estaría más que dispuesto a dejar cualquier cosa con tal de ministrarles; saben que él se goza en administrar bien su casa. Prefiere a ellos por encima de los demás, y lo saben. Y si bien es su alegría y privilegio es también su responsabilidad bíblica. 1 Timoteo 3 no presenta sugerencias, sino cualidades necesarios para un anciano.
Qué absurdo es entonces que un pastor culpe a sus hijos o esposa por sus propias fallas. Estas características son su propia responsabilidad, no la de otros. Mi familia no debe vivir sobrellevando mis cargas. No quiero que mis hijos crezcan con el temor de que cualquier fracaso de su parte hará que me despidan de mi trabajo. Al contrario, como padre quiero que entiendan una sola cosa: que cualquier pecado que cometan es una ofensa grave delante del Dios que amo, y que al mismo tiempo recibirán un perdón completo si se arrepienten y creen. Arrepentidos, gozarán no sólo del perdón divino, sino también del abrazo de su papá, sin importar las consecuencias para mí. Así que esta es mi oración y lo que deseo que sea su enfoque: su relación con Dios, no el estatus de mi empleo.
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Josías Grauman, después de haber estudiado una Maestría en Divinidad (M.Div.) en The Master’s Seminary, sirvió como capellán en el Hospital General de Los Ángeles antes de ser enviado como misionero a México. Actualmente sirve como profesor en el seminario y director del IDEX. Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos y viven en Los Ángeles, California.