Hace más de 500 años, el 31 de octubre de 1517, llegó al clímax lo que hoy
conocemos como la reforma protestante, y esto es relevante para nosotros hoy. Ese
día, un monje católico llamado Martín Lutero clavó sus 95 tesis contra las
enseñanzas y prácticas de la iglesia católica. Este hombre plasmó en 95 tesis
su descontento e invitó de esta manera a debatir a otros al respecto. Lutero
creía que la Biblia no podía concebirse de la manera en que se estaba
interpretando. El descontento era respecto de la autoridad papal, los abusos
financieros, morales y doctrinales, entre otras cosas. Había cuatro preguntas
que los que estaban disconformes venían haciéndose: 1) ¿Cómo es salva la
persona?, 2) ¿dónde reside la autoridad religiosa?, 3) ¿qué es la iglesia?, y 4)
¿cuál es la esencia de la vida cristiana? Todo lo que quería el ahora célebre
monje, era reformar su propia iglesia. Nunca fue su intención formar una nueva
iglesia. Pero ¿por qué es relevante la
reforma para la iglesia de hoy? Vivimos en una cultura sobremanera diferente a
la que caracterizaba a la sociedad en ese entonces. Esto lleva a muchos a
pensar que lo único útil es lo nuevo y que lo viejo es simplemente obsoleto y
sin importancia. Sin embargo, lo que sucedió en la reforma protestante tiene
implicaciones prácticas hoy para la iglesia.

Una de las implicaciones prácticas de la reforma protestante para la iglesia de hoy tiene que ver con la segunda pregunta que los disconformes se hacían y con una de las solas de la reforma: sola Scriptura (solo la Escritura). Sola Scriptura es increíblemente importante hoy, así como lo fue para los reformadores. Constantemente la iglesia está siendo atacada por diferentes frentes. La iglesia se enfrenta a amenazas importantes que hacen que valoremos aún más el concepto de sola Scriptura. Por eso es vital recordar, ya que los reformadores no solamente creyeron en sola Scriptura,
sino que vivieron a la luz de esa realidad. Pero ¿por qué sola Scriptura?

Para entender por qué es importante el concepto de sola
Scriptura
, debemos entender la sucesión apostólica de la iglesia católica
romana. Los reformadores estaban reaccionando a esta realidad histórica cuando
hablaron de sola Scriptura. La sucesión apostólica es uno de los
aspectos importantes de la iglesia católica romana y tiene que ver con que esta
iglesia afirma ser la única sucesora válida ya que provienen directamente de
los apóstoles. La iglesia católica romana clama tener esa línea directa y, por
lo tanto, posee una autoridad única que invalida a otras iglesias y
denominaciones. Esta sucesión apostólica le da una autoridad única a la iglesia
católica romana para interpretar las Escrituras. Por lo tanto, las enseñanzas o
tradiciones de la iglesia romana—provenientes del Papa—eran básicamente
infalibles y autoritativas, aún sobre la Escritura misma. Esa es una de las
mayores diferencias entre los católicos romanos y los protestantes, y fue una
de las razones fundamentales que provocó la reforma protestante.

Un ejemplo de la autoridad que la iglesia católica se
había asignado a sí misma es la venta de indulgencias. La iglesia, y en
especial el Papa, afirmaba ser la autoridad suprema. Para financiar las obras
magnificentes que querían hacer, comenzaron a ofrecer indulgencias plenarias. Esto
quería decir que por un módico precio—una cantidad de dinero determinada, quién
comprara estas indulgencias podría comprar la salvación no solamente de un
vivo, sino también de un muerto. La idea era: “Necesitamos esplendor en nuestra
Roma, y necesitamos indulgencias de parte del mundo entero”. Para Juan Calvino,
otro reformador, la idea de comprar la salvación era algo grotesco, era
completamente inaceptable porque era contrario a la Escritura. La compra de
indulgencias era absoluta y completamente en contra de las Escrituras.

Martín Lutero, el hombre que clavó sus tesis de protesta
a las puertas de la iglesia, no entendía como era posible que la iglesia
actuara contrario a la Escritura. Simplemente no entendía cómo podían amparar las
indulgencias—entre otras cosas—si no estaba en la Escritura. Para Lutero, las
indulgencias eran una afrenta al nombre de Cristo, al evangelio de Jesucristo y
a la Palabra de Dios.

Tiempo atrás, Lutero buscó por años la respuesta a sus
preguntas y no pudo encontrarlas en la iglesia católica romana. Él entró al
monasterio como una promesa a Dios y en su búsqueda con conocer a Dios y tener
esperanza para su vida. Lutero quería encontrar al Dios de la gracia y quería
saber si Dios estaba a su favor o en contra de él. Lo intentó todo—oración,
ayuno, confesión, buenas obras—pero nada de eso le trajo paz para con Dios. Fue
solo estudiando la Biblia que llegó a entender que la justicia de Dios que
Pablo describe en Romanos 1:17 no podía ser obtenida o ganada por obras que él
hiciera; por el contrario, era un regalo dado a los hombres por la obra vicaria
de Cristo. Lutero experimentó la gracia de Dios a medida que él descubrió la
Escritura, el libro de Dios que estaba oscuro, que necesitaba leerse, y que no
se leía por intención deliberada.

Habiendo encontrado la verdadera autoridad en la Palabra
de Dios, Lutero protesta ampliamente. Algunas de sus tesis dicen lo siguiente:

  • “En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencia que afirman
    que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena a causa de las
    indulgencias del Papa”. (Tesis 21)
  • “Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por
    esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas que
    tiene que ver con las indulgencias”. (Tesis 24)
  • “Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena
    la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando”. (Tesis 27)
  • “Cierto es que,
    cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir
    en aumento, más la intercesión de la iglesia depende sólo de la voluntad de Dios”.
    (Tesis 28)
  • “Serán eternamente
    condenados juntos con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su
    salvación mediante una carta de indulgencia”. (Tesis 32)
  • “Cualquier cristiano
    verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos los bienes
    de Cristo y de la iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios,
    aun sin cartas de indulgencias”. (Tesis 37)
  • “Vana la confianza en
    la salvación por medio de una carta de indulgencia, aunque el comisario y hasta
    el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda”. (Tesis 52)

Fue por lo anterior que Lutero, después de ser convocado
a retractarse de sus famosas tesis en contra de las prácticas de la iglesia
católica romana, dijo de manera contundente en la Dieta de Worms en el año 1521
lo siguiente:

A menos que esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes, yo no confío en el Papa, ni en su concilio, debido a que ellos han errado continuamente y se han contradicho. Me mantengo firme en las Escrituras a las que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios. No puedo ir en contra de mi conciencia. Que Dios me ayude. Amén.

En resumen, los reformadores protestantes insistieron que la Escritura es suficiente, que la autoridad última en nuestra creencia y práctica eclesiástica es y debe ser la Palabra. Ellos creían que el cristianismo debía estar basado en el libro de Dios—la revelación infalible de Dios, confinada a los 66 libros de la Escritura, ya que Su Palabra es suficiente y es poderosa. La Palabra de Dios debe ser la autoridad de la iglesia y debe normar lo que creemos y practicamos. Esto es sola Scriptura. Y esta debe ser la práctica de la iglesia—y nuestra como creyentes—hoy en día. Por eso, es importante recordar lo que implica que la Escritura sea nuestra norma hoy. Debemos tener a la Escritura en alta estima y que sea Dios y Su Palabra que guíe a Su iglesia cada día.