1 Timoteo 4:16

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

En nuestros tiempos ha comenzado un gran despertar evangélico alrededor del mundo, particularmente en países hispanohablantes. Hoy en día, es simplemente asombroso observar cada ves más y más personas que están hambrientas de escuchar la palabra de Dios y la sana doctrina.

Aún cuando esto sea parte de los planes perfectos y soberanos de Dios, somos responsables de no sólo cuidar y aprender la sana doctrina, sino también de cuidar y analizar nuestra relación con Cristo. Esto no sólo se relaciona con todos los cristianos que conformamos el pueblo de Dios, sino aún más, con aquellos quienes tenemos la responsabilidad de pastorear a la grey a través de la exposición bíblica de la Escritura y a del cuidado de las almas de nuestros hermanos en la fe.

Sin embargo, en numerosas ocasiones he escuchado la triste noticia de algunos hombres que en algún momento predicaron y defendieron la palabra de Dios, pero que han caído y continuan viviendo en pecado o que por negligencia o egoismo han dejado el ministerio. En el peor de los casos, algunos de ellos incluso han abandonado la fe, demostrando así que nunca fueron realmente salvos (1 Jn 2:19). La verdad es está: muchas veces predicamos y hablamos lo que Dios dice en su Palabra, sin realmente analizar si nosotros mismos vivimos lo que proclamamos y enseñamos. El pastor está llamado a no sólo tener celo de la sana doctrina y de enseñarla, sino también está llamado a tener cuidado de su vida espiritual delante de Dios.

En 1 de Timoteo 4:6, Pablo claramente demuestra que el hombre de Dios no sólo debe ser un fiel expositor y predicador de las escrituras. Sino que el mismo tiene que analizar su vida espiritual y debe cuidarse de si mismo. La frase “ten cuidado de ti mismo” demuestra algunas advertencias importantes a las cuales debemos prestar atención.

En primer lugar, la palabra griega que Pablo utiliza al decir “ten cuidado” (ἔπεχε – epechō) transmite la idea de prestar atención u observar algo con mucho cuidado. En otras palabras, Pablo quiere que Timoteo continúe observando con detenimiento y cuidado su propia vida y carácter. Esto implica que el pastor/líder de la iglesia debe analizar precavidamente su caminar con Cristo.[i]

En segundo lugar, Pablo no le está dando una opción a Timoteo, ni mucho menos una sugerencia. Sino que da un mandato directo para que Timoteo continuara practicando algo que ya estaba haciendo. En pocas palabras, Pablo sabía con certeza que Timoteo estaba viviendo piadosamente y el sabía de su fe en Jesucristo (1 Tim. 4:14; Hechos 16:1-3). Sin embargo, a pesar de esto, Pablo deseaba que Timoteo (y todo pastor) continuara perseverando en la fe y prestando atención a su carácter.[ii]

En tercer lugar, Pablo no sólo manda a que Timoteo prestara atención a su propia vida, sino también a la sana doctrina. La palabra que Pablo utiliza al decir “sana doctrina” (διδασκαλίᾳ – didaskalia) es un tanto genérica. Literalmente Pablo dice “enseñanza” o “instrucción.” Sin embargo, es evidente que en el contexto de las epístolas pastorales, Pablo utiliza esta palabra en referencia a la sana doctrina, las instrucciones, las enseñanzas de Cristo y la verdad del consejo de Dios.[iii]

De esta manera, el mandato no es solo prestar atención a las enseñanzas de la sana doctrina, sino también al testimonio y la vida personal de cada hombre de Dios de una manera individual.

Dentro de nuestros grupos reformados, muchos hemos tenido la tendencia de prestar tanta atención a la exposición Bíblica de la Escritura así como de la sana doctrina, que muchos de nosotros podemos caer en el peligro de ignorar nuestra relación personal con Cristo. Aunque en cierta manera esto se ve algo contradictorio (ya que muchos asumen que el predicar sana doctrina es sinonimo de santidad aun cuando no lo es), es sorpréndete ver como muchos líderes, pastores, predicadores y expositores de la sana doctrina fallan en poner en práctica lo que predican.  Muchos han predicado en sus púlpitos verdades bíblicas, y doctrina que exalta la gloria de Dios, sin darse cuenta que ellos mismos están en desobediencia, o incluso siguen muertos en sus pecados.

La única manera en la que el ministerio del pastor puede ser bíblicamente efectivo, es que su vida personal delante de Dios esté aprobada. El pastor debe ser irreprensible y debe ser alguien que ha entendido su salvación y su posición espiritual delante de nuestro Redentor (1 Tim. 3:1-7). Si uno predica sin tener una relación personal verdadera con Dios o predica sabiendo qué hay pecado en su vida, parece estar ignorando que predica juicio para si mismo (Santiago 3:1).

En su libro “El Pastor Reformado,” el puritano reformado Richard Baxter expresó alarmantemente la necesidad que tiene el predicador de la palabra de Dios de revisar su andar con Cristo:

Primeramente, tenga cuidado de usted mismo. Asegúrese de que ha sido verdaderamente convertido.  Tenga cuidado de no estar predicando acerca de Cristo a otros, mientras que usted mismo está sin Cristo. Se les ha prometido una recompensa gloriosa a los fieles predicadores del evangelio, pero usted jamás disfrutar de esta recompensa, a menos que usted mismo haya recibido primeramente el evangelio… Hay muchos predicadores que están ahora en el infierno, quienes advertían muchas veces a sus oyentes de la necesidad de escapar de el.[iv]

Tenga cuidado de usted mismo y de la sana doctrina.

 

[i] William Arndt, Frederick W. Danker, Walter Bauer, and F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 362.

[ii] Wallace, Daniel B. Greek Grammar: Beyond the Basics (Grand Rapids: Zondervan, 1996), 485-86, 520-21.

[iii] Cf. 1 Ti 1:9102:104:1613165:176:132 Ti 3:10164:3Tit 1:92:17. En Romanos 12:7, esta palabra se utiliza en referencia a aquellos creyentes que tienen el don de la “enseñanza” o el don de la “instrucción.” Mas adelante en el 15:4, Pablo utiliza esta palabra en relación a lo escrito en el Antiguo Testamento, que sirve como “instrucción” para el creyente.

[iv] Richard Baxter, The Reformed Pastor, rev. ed., ed. William Brown (New York: American Tract Society, 1829), 89-90.

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Isaías Godoy es graduado de The Master’s Seminary, donde obtuvo un M.Div. y un Th.M. Planea regresar con su esposa Gabrielle a Mexico, DF para servir como pastor en la iglesia Cristiana Remanente y ser profesor del Seminario Bíblico Palabra de Gracia.