Mucho puede ocurrir en un segundo. Las alas de un colibrí aletean doscientas veces, la luz viaja 186,282 millas, fluyen 10.4 millones de litros de agua desde las Cataratas Victoria, enviamos 3.4 millones de correos electrónicos y en Facebook se crean cuarenta y un mil publicaciones. Pero si aumentamos ligeramente ese tiempo a 1.8 segundos, ocurre algo aún más significativo.

Cada 1.8 segundos una persona muere y entra a su destino eterno. Para cuando termines de leer este artículo, más de cuatrocientas personas habrán muerto. Y la mayoría pasará la eternidad alejada de la gloria de Dios, experimentando en cambio un sufrimiento sin fin (Mt. 7:13–14).

Esto confiere gran importancia incluso a un corto periodo de tiempo como 1.8 segundos en nuestras vidas y decisiones cotidianas. Todos nosotros, como dice Pablo, debemos «aprovechar bien el tiempo», transitando con sabiduría el mundo como luces en medio de la oscuridad. Veamos cómo el apóstol describe la vida prudente en Colosenses 4:5–6:

«Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona».

Sabiduría en el mundo
«Andad sabiamente para con los de afuera...»

Sabiduría equilibrada

Las Escrituras son muy claras respecto a nuestra relación con el mundo. No debemos ser como él, amarlo ni hallar satisfacción en lo que ofrece. Debemos prepararnos para que el mundo nos odie, al tiempo que vivimos de tal manera que nuestras vidas dan testimonio de nuestra fe. Este equilibrio espiritual nos llama a evitar e incluso detestar el sistema mundano, a la vez que amamos a las almas perdidas atrapadas por su naturaleza pecaminosa y la influencia maligna de la sociedad. Pablo insta a los creyentes a andar con prudencia ante los de afuera porque alcanzar este equilibrio espiritual requiere mucha sabiduría. Y si no lo logramos, podemos caer en las trampas de ese mundo contra el cual debemos hablar y fracasaremos en rescatar a los pecadores atrapados en ellas. Nuestra influencia es espiritual, proclamando el evangelio como único medio de esperanza y propósito que vale la pena alcanzar.

Sabiduría motivada

El contexto del pasaje nos dirige a este propósito. Colosenses 3:1–17 actúa como la instrucción motivadora para cumplir con las relaciones en 3:18 y siguientes. Cristo es el ejemplo y motivación supremos (vv. 1–4), los hábitos pasados deben eliminarse (vv. 5–11), las virtudes de la nueva vida deben destacar (vv. 12–17), los códigos familiares ofrecen dirección práctica (3:18–4:1), y se necesitan las oraciones por gracia y enfoque para la declaración final de Pablo en 4:5–6 (4:2–4). Su afirmación es la expresión máxima de una vida motivada por el ejemplo de Cristo, su obra y nuestra salvación transformadora.

Sabiduría con propósito

La definición del Nuevo Testamento de sabiduría concuerda con la del Antiguo Testamento. Es transitar la vida con habilidad. La palabra conlleva la idea de tener una destreza y sabiduría particulares para la vida (Éx. 28:3; 31:3; 35:31; Dn. 5:11). Así que andar con sabiduría significa avanzar con habilidad para la gloria de Dios y nuestro beneficio. El tema de la prudencia es consistente en Colosenses (1:9; 2:3, 8; 3:16), y el Nuevo Testamento ofrece una visión integral de caminar con Dios (Novedad en Ro. 6:4; Fe en 2 Co. 5:7; Dominio propio en Gá. 6:16; Ro. 8:4; Ef. 5:8; 2 Jn. 6; Predetermición en Ef. 2:10; Abandono en Ef. 4:17; Amor en Ef. 5:2; Honor en Co. 1:10; Co. 2:6; Crecimiento en 1 Tes. 4:1; Imitación en Fil. 3:17; 1 Jn. 2:6). Estas nueve características describen nuestro trayecto espiritual, que nos conduce a un objetivo definitivo: glorificar a Dios viviendo prudentemente frente a los de afuera.

Sabiduría ordenada

Tras instruir a los colosenses en la vida familiar, les ayuda a comprender su relación con los del mundo. Es esencial valorar el orden. Las calificaciones de un anciano ilustran esto. Debe estar calificado espiritualmente y su hogar es campo de pruebas. De igual manera, la iglesia debe tener calificación espiritual y su vida corporativa y familiar deben estar en orden antes de estar verdaderamente preparada para alcanzar a los de afuera. Cuando te miras en el espejo de la vida, ¿qué sabiduría le hablas a tu corazón? ¿Tienes una visión sincera y afectuosa de Cristo que te motiva a andar prudentemente en este mundo?

Pseudo-sabiduría

Hay una implicación evidente en este llamado a andar con sabiduría: la necesidad del mandato porque nosotros, como los colosenses, podemos optar por vivir de un modo opuesto a la prudencia. O peor aún, podemos elegir adoptar una pseudo-sabiduría. Los falsos maestros comunicaban que la adhesión a su doctrina y reglas era sabiduría (habilidad) para vivir una vida religiosa (Co. 2:4, 8, 16, 18–23). Sin embargo, Pablo deja claro que esa supuesta sabiduría no tiene ningún valor espiritual.

Así como toda enseñanza religiosa al margen de la verdad bíblica y la gracia de Dios es condenatoria, lo fue también el error presentado en Colosas hace dos mil años. Y lamentablemente, muchos se enfrentan hoy a alguna forma de esta ilusión. Es importante entender que el llamado de Pablo a la prudencia no está desconectado del propósito de la carta: presentar a Cristo como medio suficiente de esperanza y advertir contra las afirmaciones de los falsos maestros de espiritualidad y sabiduría. Si Pablo no distingue entre la sabiduría del mundo y la de Cristo, la influencia de los colosenses en el mundo tendría su base en un sistema que, según el versículo veintitrés, no tiene ningún valor.

La sabiduría genuina desea aprovechar las oportunidades evangelísticas
«Aprovechando bien el tiempo...»

Hay una naturaleza redentora en un andar prudente. La base está en una palabra que no es la más sencilla de comprender en este contexto. Aprovechar al máximo la oportunidad significa vivir de tal manera que las ocasiones para dar testimonio de Cristo no se escapen de nuestro alcance. Se trata de enfocarse no en el tiempo, sino en las oportunidades que surgen en los momentos de la vida. Debemos redimirlos para el progreso del Reino.

Se ha dicho: «Ayer es un cheque cancelado. Mañana es un pagaré. Hoy es el único efectivo que tienes, gástalo con sabiduría». Debemos comprender y prepararnos para las oportunidades evangelísticas (καιρὸν) en la vida. Sé activo y listo para responder. Busca puertas de evangelismo que se abran ante ti y pasa a través de ellas. Evita siempre esperar a que alguien las abra por ti.

La carácter con gracia de un andar prudente
«Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal...»

¿Cómo se tiene un hablar lleno de gracia? Esta cláusula apositiva expresiva nos ayuda a entender que se necesita un hablar grato para aprovechar las oportunidades que se presentan. Ese discurso «sazonado» es atractivo y sabio, y refleja capacidad para hablar en el momento con un tono adecuado, gracias a un temperamento lleno de gracia.

Consideremos lo que dicen las Escrituras sobre nuestra relación con el mundo, poniendo énfasis en nuestra influencia espiritual:

  • Haz todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones... para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo. (Fil. 2:14–15).
  • Procura vivir con tranquilidad, ocupándote de tus propios asuntos y trabajando con tus manos... para que os conduzcáis honradamente para con los de afuera y no tengáis necesidad de nada. (1 Tes. 4:11, 12)
  • Necesitas tener buena reputación ante los de afuera de la iglesia, para que no caigas en descrédito y en el lazo del diablo.
    (1 Ti. 3:7).
  • Habla de manera sana e irreprochable, para que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de nosotros.
    (Tit. 2:8).
  • Haciendo lo correcto, puedes silenciar la ignorancia de los hombres insensatos. (1 Pe. 2:15).
  • No causes ofensa, busca agradar a todos, no para tu propio beneficio, sino para que muchos puedan ser salvos.
    (1 Co. 10:28–33)

Justo antes de nuestro versículo, hay un flujo de pensamiento también relevante para nuestro discurso. Colosenses 4:3–4 dice: «Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso...» El éxito en nuestro hablar con aquellos fuera de la fe comienza con nuestra palabra a Dios en oración.

Nuestro objetivo definitivo
«...para que sepáis cómo debéis responder a cada uno».

Nuestro objetivo máximo es dar testimonio de la causa del evangelio, cumpliendo la Gran Comisión: ir y hacer discípulos de todas las naciones. Y esto debe hacerse corporativa y personalmente.

Caminar con este propósito debe realizarse con conciencia individual. Pablo nos dice que debemos tener lo que llamaré un propósito culminante. Toda verdad escrita a los colosenses culmina en este propósito. El mensaje del evangelio es suficiente porque se origina en Dios, es un mensaje acerca de Dios y solo tendrá éxito por la gracia de Dios. Sin embargo, debe dirigirse a individuos. Debemos aprender a tomar la verdad inconmovible, pura y suficiente del evangelio y orientarla a las necesidades y objeciones de personas de diversos orígenes (religiosamente perdidos, agnósticos, homosexuales, liberales, moralistas, etc.). Aprendamos a responder a «cada persona» con la esperanza del evangelio.

El tiempo no espera a nadie

Moisés nos desafió a vivir con propósito en Salmo 90:12: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría». Cuando tu vida haya terminado, lo que presentes a Dios estará determinado por cómo elegiste caminar en sabiduría ante un mundo moribundo y necesitado. Uno pensaría que aplicar esto sería fácil porque es directo y somos un pueblo que ama a Dios y su verdad. Pero no siempre será sencillo. Existe una atracción del mundo que puede resistirse si miras hacia arriba (Col. 3:1–4) buscando la motivación para vivir prudentemente y con propósito.