Estoy seguro de que hay muchos aspectos prácticos que influyen en la elección de un seminario. Tal vez sea el costo de la matrícula, la distancia a casa, la popularidad de los profesores o el prestigio académico de la institución. Todas esas son razones por las que alguien puede elegir un seminario, y algunas de esas razones implican consideraciones legítimas.

Sin embargo, estoy convencido de que ninguna de esas razones representa el criterio principal que debe utilizarse para elegir un seminario ya que el seminario se parece a ninguna otra institución educativa del mundo.

Los seminarios existen—o al menos deberían existir—para formar a los futuros pastores para la labor del ministerio. El ministerio pastoral es un asunto serio. Tan serio, de hecho, que Santiago advierte a sus lectores en Santiago 3:1: «Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo».

Pablo dio un encargo similar a Timoteo en 2 Timoteo 4:1–2, «Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: Predica la palabra».

El reformador escocés John Knox comprendió este principio. Cuando se enteró de que iba a ser ordenado, se fue a su habitación y lloró, porque fue inmediatamente consciente de la gran responsabilidad que se le confiaba.

El ministerio pastoral es una vocación seria. Es a la vez un gran privilegio y una gran responsabilidad. Y los que aspiran a él deben desear la mejor formación que puedan recibir, porque anhelan ser obreros aprobados, como dice Pablo en 2 Timoteo 2:15, obreros que no se avergüenzan porque saben cómo trazar correctamente la Palabra de verdad.

Cuando un estudiante viene al seminario, entonces, viene a ser entrenado para la tarea más importante que alguien pueda emprender. Por lo tanto, la elección de un seminario debería depender principalmente de qué seminario puede equiparle mejor para la tarea que Dios le ha encomendado.

Teniendo esto en cuenta, creo que hay tres preguntas que deben hacerse al considerar cómo elegir un seminario. Si pensamos en la formación en el seminario y en el ministerio pastoral desde una perspectiva global—desde un punto de vista eterno—estas son las preguntas que hay que plantearse.

¿Qué significa tener éxito en el ministerio?

Para aquellos que están considerando una vida entregada al ministerio, es de vital importancia hacerse esta pregunta desde el principio para que estén apuntando al objetivo correcto y corriendo por el premio correcto desde el principio de la carrera. Si el propósito de asistir al seminario es ser entrenado para el futuro ministerio, entonces es importante elegir un seminario que te capacite para el futuro éxito ministerial. Pero, ¿cómo debe medirse el éxito en el ministerio?

Actualmente hay muchos autoproclamados expertos a quienes les encantaría responder a esa pregunta insistiendo en que el éxito en el ministerio se mide en términos de su popularidad personal, astucia empresarial, imagen pública, habilidad para organizar programas y, por supuesto, su capacidad para atraer a una multitud. De hecho, movimientos enteros son alimentados por la noción de que el crecimiento numérico de la iglesia es la norma definitiva del éxito ministerial.

Pero no es así como la Palabra de Dios define el éxito en el ministerio.


Dios no mide el éxito en términos de popularidad, elocuencia o prestigio académico.


Mejor dicho, en aquel día que estemos ante Cristo para rendirle cuentas, ¿qué es lo que anhelamos oírle decir? Bien hecho, siervo bueno y fiel.

Nota que no es: Bien hecho, mi siervo bueno y popular. Ni tampoco: Bien hecho, mi siervo bueno e intelectual. Tampoco es: Bien hecho, mi siervo bueno y emprendedor.

No, sino que es: Bien hecho, mi siervo bueno y fiel.

El Señor Jesucristo es la norma definitiva del éxito. Su aprobación final es todo lo que importa en última instancia, y por lo tanto, la fidelidad debe ser la medida del éxito: fidelidad a Él, a su Palabra, a su Iglesia, a su pueblo, a su llamado.

Vemos esto expuesto en Hebreos 11, ese gran capítulo que relata las vidas de los santos del Antiguo Testamento. A veces nos referimos a esos individuos como los héroes de la fe, e incluso a ese capítulo como el salón de la fe.

¿Qué fue lo que caracterizó sus vidas para que pudiéramos considerarlos héroes? Desde el punto de vista del mundo, no eran poderosos, ni sabios, ni nobles. Pero, eran aquellos que actuaban por fe y cuyas vidas estaban marcadas por la fidelidad. Por eso, el autor de Hebreos escribe: «Dios no se avergüenza de ser su Dios». A los ojos del mundo, pudieron haber sido fracasados; a los ojos de Dios, fueron verdaderamente exitosos.

Así pues, la fidelidad al Señor es la verdadera medida del éxito en el ministerio (1 Co. 4:2).

Esto nos lleva a una segunda cuestión que debe tenerse en cuenta a la hora de elegir un seminario.

Entendiendo que la fidelidad a Cristo es el objetivo, ¿cuáles son las principales áreas en las que los pastores están llamados a ser fieles?

Ahora bien, podríamos elaborar fácilmente toda una lista de áreas en las que los pastores están llamados a ser fieles, como la lista de calificaciones pastorales de 1 Timoteo 3 o de Tito 1. Pero para esta conversación me gustaría considerar sólo las categorías más amplias y básicas.

Creo que las encontramos delineadas en 1 Timoteo 4:16. Allí Pablo le dice a Timoteo: «Ten cuidado de ti mismo y de tu doctrina». Presta atención (1) a ti mismo y (2) a tu enseñanza. Una traducción lo expresa así: Vigila atentamente tu vida y tu doctrina.

Como Pablo lo resume útilmente en este versículo, hay dos áreas básicas en las que los pastores están llamados a ser encontrados fieles en cómo viven y en lo que creen y enseñan.

La vida sana y la doctrina sana son los criterios básicos por los que se mide el ministerio pastoral. De hecho, a lo largo de las dos epístolas a Timoteo, Pablo marca el contraste entre pastores fieles y falsos maestros siguiendo estas mismas líneas.

El resto del Nuevo Testamento hace lo mismo. Siempre hay una prueba moral y una prueba doctrinal: cómo vives y qué enseñas. Como dije al principio, el llamado al ministerio pastoral es un llamado serio con un estándar alto. Los pastores fieles son aquellos que prestan mucha atención a sus vidas y a sus enseñanzas.

Esto nos lleva, pues, a una tercera y última pregunta sobre cómo elegir un seminario.

¿Qué seminario puedo elegir donde seré (1) discipulado en el área del carácter personal y (2) capacitado para entender y enseñar la sana doctrina?

Si la medida definitiva del éxito en el ministerio pastoral es la fidelidad a Cristo, y si esa fidelidad debe mostrarse tanto en las áreas del carácter personal como en la enseñanza sólida, entonces aquellos que quieran estar mejor equipados para el ministerio pastoral deben elegir un seminario que vaya (1) a discipularlos en el área del carácter personal y (2) a capacitarlos para manejar la Palabra de Dios de una manera que sea doctrinalmente sólida y exegéticamente precisa.

Hay muchos lugares donde podrías adquirir información teológica. Pero estar debidamente capacitado como pastor requiere mucho más que meros conocimientos teológicos. Por lo tanto, al considerar la elección de un seminario, pregúntate:

¿Invertirá esta escuela en mí personalmente, a nivel de discipulado, para guiarme en el área del carácter cristiano?

¿Es esta escuela doctrinalmente sólida? ¿Me dará las herramientas que necesito para entender las Escrituras con precisión, de modo que pueda manejar la Palabra de Dios con precisión al predicarla y enseñarla a otros?

Si Dios te llama a prestar atención a tu vida y enseñanza, entonces debes encontrar un seminario que te guíe y discipule en esas áreas.

¿Hay otras cuestiones a tener en cuenta a la hora de elegir un seminario? Obviamente, sí. Aspectos como la acreditación, el coste de la matrícula y la accesibilidad son importantes.

Pero cuando consideramos esta cuestión desde una perspectiva eterna, una en la que reconocemos que la fidelidad a Cristo y a su Palabra es nuestra medida del éxito, nos ayuda a mantener nuestras prioridades en el orden correcto para que podamos tomar una decisión que honre al Señor.

¿Cómo elegir un seminario? Estas tres preguntas son un buen punto de partida. Así que repasemos:

¿Qué significa tener éxito en el ministerio?

La norma del éxito es Cristo mismo, y Él llama a sus siervos a perseguir la fidelidad.

¿Cuáles son las principales áreas en las que los pastores están llamados a ser fieles?

Cómo Pablo le dijo a Timoteo, «Ten cuiado de ti mismo y de la doctrina».

El ministro exitoso es aquel que vive fielmente para Cristo y enseña fielmente la sana doctrina como obrero aprobado que no se avergüenza porque divide correctamente la Palabra de Dios.

¿A qué seminario puedo asistir en el que se me equipará específicamente para la fidelidad en esas dos áreas?

Evidentemente, hay muchos lugares en los que puedes cursar estudios teológicos de posgrado. Te animo a que elijas uno que te prepare para hacer y ser el futuro pastor que Dios te llama a ser.

Y por Su gracia, un día le oiremos decir: «Bien, siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor».