Queridos seminaristas,

Caballeros, ustedes son esposos, padres, trabajadores y aspirantes a expositores. Su plato está lleno. Sin embargo, han añadido el seminario. Para algunos de ustedes, esta es la primera vez en años que se sientan en un aula. Hay trabajos que escribir, libros que leer, muchas desveladas y madrugadas por delante. El fracaso puede ser uno de sus miedos.

Sin embargo, hay un fracaso mucho mayor que fracasar en el seminario. Existe la posibilidad de que pierdas la oportunidad que tienes frente a ti.

El objetivo del seminario es hacer mejores siervos. La meta del seminario no es simplemente educarte en conocimiento bíblico o aumentar tu habilidad para comunicar la Palabra de Dios, sino en última instancia aumentar tu amor por Cristo y su gente.

No quiero que fracases. Así que compilé una lista de maneras en que otros han caído antes que tu. Las siguientes son diez maneras de fracasar como estudiante de seminario. Espero que evites estas tentaciones.

1. Perseguir el título en lugar de la educación.

Si tu objetivo es conseguir algunas letras detrás de tu nombre, harás solo lo necesario para aprobar. Te preguntarás: ¿qué tan poco debo hacer para aprobar? Tu meta es ser un mejor estudiante, un predicador más hábil y una mayor bendición para la iglesia, no simplemente graduarte. Tu futura congregación no será bendecida ni impresionada por tu título—pero después de que este programa termine, ellos recibirán la bendición del hombre en que te has convertido a través de este proceso. No tomes atajos. Cavar es duro, pero puede que encuentres diamantes.

2. Sustituye tu vida devocional por la lectura asignada.

Tu vida es ahora un equilibrio entre trabajo, preparación de sermones, tareas y tiempo devocional. A menudo tendrás la tentación de descuidar lo último. Hay una diferencia entre abrir la Palabra para terminar una tarea y abrir la Palabra como sustento. Al final de cada semana, ninguna cantidad de tiempo que dediques a escribir un trabajo o a leer reemplazará el hecho de que esa semana hayas estado en comunión con Jesús. Demasiados pastores han subido al púlpito un domingo por la mañana y se han dado cuenta: «He hecho muchas cosas bien esta semana, pero no he estado con el Señor». Hermano, que esto no te ocurra. En los años venideros, el aburrimiento no será una lucha, pero debes guardar tu tiempo con Cristo. Recuerda lo que escribió John Owen: «Leemos nuestra Biblia para conocer y deleitarnos en Cristo».

3. Corta el ministerio de tu iglesia y échale la culpa al seminario.

Estás siendo bendecido con el tiempo y la capacidad de estudiar en el seminario. A su vez, no uses este programa académico como excusa para descuidar el ministerio. Piénsalo así: el seminario está compitiendo con tu tiempo libre—Netflix, Twitter y deportes—no con la visitación, el discipulado o la preparación de sermones. En los próximos años, tendrás que decir «no» a un montón de cosas buenas con el fin de tener éxito en tus estudios. El ministerio no es una de esas cosas. Bajo el velo del «estudio», no hagas a un lado la responsabilidad que Dios te ha dado de involucrarte en el ministerio. Cuida tu más alta prioridad: ama al Señor y luego expresa esa devoción amando a la iglesia.

4. Haz de este programa tu propio viaje personal sin llevar a otros contigo.

Tu iglesia local, amigos y familia necesitan entender por qué estás haciendo lo que estás haciendo. Mientras estés en este programa, trae gente alrededor tuyo. Cuéntales lo que estás aprendiendo y cómo orar por ti en tus estudios. Déjales saber lo que está leyendo y escribiendo. Sé vulnerable en cómo estás siendo convencido, en los puntos ciegos que estás encontrando en tu vida y ministerio. Demuestra a los que te rodean que nunca puedes dejar de aprender acerca del Señor. Sé un ejemplo de alguien que está hambriento de la Palabra. Ayuda a los que te rodean a ver que estás en este programa por amor a la iglesia, para servirla mejor. No dejes que este grado sea un esfuerzo de auto-promoción, sino uno de cuidado y afecto por la iglesia.

5. Descuida a tu esposa e hijos, y justifícalo diciendo que no hay otra manera.

Por favor, no te alejes de tu esposa y tus hijos y le eches la culpa al seminario. Nadie gana si pones varias letras detrás de tu nombre y pierdes a tu familia. Redime el tiempo que pierdes con tu familia (por estar en el programa) pasando tiempo extra e inesperado con ellos. Recupera el tiempo. No permitas que tu esposa se convierta (o se sienta) como un pensamiento secundario con relación a la iglesia o el seminario. Habrá momentos en los que te perderás partidos de baloncesto y recitales, pero recupera esos preciosos momentos. Haz que tu mujer e hijos se alegren de que hayas entrado en el seminario.

6. Pon excusas para no hacer tu trabajo con excelencia.

Todos tenemos más trabajo del que podemos hacer cada semana. Nuestras agendas están repletas de trabajo, familia, eventos y reuniones. Ahora, añádele un riguroso programa de posgrado. Si prestas atención, te convencerás de que tu horario y tus exigencias son únicos. Ten cuidado. Cada estudiante tiene una familia, sirve en la iglesia y trabaja en esta búsqueda educativa. No inventes excusas para justificar por qué necesitas más tiempo que los demás para un trabajo. La vida de cada hombre en este programa es dura. Debido a que estás leyendo esto, estás eligiendo añadir a tu vida un programa exigente. Ten cuidado de justificar por qué no puedes hacer lo que elegiste hacer con excelencia.

7. Rechaza las críticas de tus profesores, mentores y compañeros diciéndote a ti mismo que los puntos débiles que ven son ilegítimos.

A todo el mundo le gusta la retroalimentación hasta que se vuelve «constructiva». Hermano, escucha a la gente que te ama. Cuando recibas comentarios, no te pongas a la defensiva. Aprende de los que te quieren lo suficiente como para ayudarte. Cuando alguien te dé su opinión, guarda silencio y escucha. Lucha contra tu respuesta natural de explicar o justificar. Está en nuestra naturaleza defendernos más de lo necesario. La crítica es por tu bien. Acéptala.

8. No conectes con otros hombres del programa y quédate solo.

Esfuérzate por conectar con los demás en el seminario. Aprende a depender y confiar en estos hombres. Hay algo único en tener un grupo de hombres en tu vida a quienes puedes llamar, que se preocupen por ti y por el llamado que Dios ha puesto en tu vida. Intercambien nombres, correos electrónicos, números de celular y construyan una hermandad. Una educación teológica sólida es esencial; también lo son las amistades cristianas significativas.

9. Empieza a verte a ti mismo como un erudito, que se ha graduado de ser pastor.

Los eruditos son venerados, los pastores se dan por sentados. A los eruditos se les respeta, a los pastores se les pasa por alto. Ahora que estás en un programa de postgrado, ten cuidado de pensar que eres más erudito que pastor. No pienses que ya no eres pastor. Sí, eres un estudioso, pero no en lugar de ser un pastor. Una de las maneras de pastorear al pueblo de Dios es estudiando. Si aquellos a quienes ministras saben que tu tiempo en el estudio tiene la intención de alimentarlos y servirlos, ellos lo protegerán y honrarán. Pero si comienzan a pensar que tu tiempo en el estudio es una manera de evitarlos, crecerán a resentir tus estudios. Piensa como un erudito, pero nunca en lugar de ser un pastor.

10. Gradúate y considera que has llegado.

No pienses que la graduación es la meta. Este es un viaje de toda la vida para conocer la Palabra de Dios y comunicarla más efectivamente para que el cuerpo de Cristo sea edificado y Cristo mismo sea glorificado. Lee tus tareas y escribe tus trabajos con el deseo de edificar el Cuerpo y glorificar a Cristo. Entonces, recibe cada día de tu vida como una invitación a continuar tu búsqueda de conocer a Cristo más profundamente y ayudar a otros a amarlo por encima de todo.


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