SHEPHERD'S CONFERENCE 2023 | SESIÓN 6
9 de marzo, 3:30 p.m.
Predicador: Abner Chou
Tema: Dios preserva al remanente
Texto: 1 Reyes 19:18
Resumen del mensaje:
El hilo conductor de la preservación del remanente por parte de Dios va desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Desde los israelitas en el Antiguo Testamento, pasando por la Iglesia primitiva, hasta el final de los tiempos, Dios siempre ha preservado un remanente.
Cada generación, hay un remanente por decreto divino. Nosotros formamos parte de este plan. Dentro de las dificultades y reveses de la vida y el ministerio, los problemas y las pruebas de nuestro mundo, sabemos que Dios nos mantiene firmes porque siempre hay un remanente.
Y un día, sabemos que Cristo regresará y levantará cada generación del remanente, de cada lengua, tribu y nación. El remanente llenará la tierra de un horizonte a otro, rodeará a Jesucristo y declarará su justicia y su gran salvación. En ese día, el remanente—siempre unos cuantos, siempre la minoría—será la mayoría absoluta, y sabremos que nuestro trabajo nunca fue en vano.
En aquel día, entenderemos que el éxito de la salvación nunca se basó en el tamaño de la gente, sino siempre en la fuerza del Salvador. Toda la gloria es para Él. Esa es la doctrina de la preservación del remanente.
1 y 2 Reyes nos aseguran que Dios es el Rey. Sus promesas nunca han fallado. A pesar del pecado de su pueblo, Dios siempre ha preservado un remanente. Cuando reina, juzga y libera, vemos la supremacía de su poder soberano. Dios decide obrar de maneras que desafían nuestras expectativas. Y mientras obra, expresa definitivamente cómo preserva a los suyos.
Dios preserva al remanente en su supervivencia
A pesar de todas las probabilidades que enfrentamos en la vida, aquí está la promesa de Dios: Yo te sacaré adelante. Esta es la garantía de Dios, esta es la naturaleza de Dios: Dios preservará al remanente a través de su ira.
Dios puede traerte a través de múltiples pruebas y persecuciones en la vida. Aunque no siempre es la preservación física la que toma lugar, Dios siempre nos guardará en medio de su ira. Cuando enfrentamos pruebas y obstáculos que son insuperables, cuando estamos desanimados y abatidos, sabemos que saldremos adelante porque Dios preservará al remanente.
Dios preserva al remanente plenamente
Aunque el número del remanente sea pequeño, sigue siendo significativo. Dios tiene a todos los que necesita.
En el mundo moderno, es fácil creer el mito de la mayoría: queremos una gran esfera de influencia y tratamos de atraer a los que nos rodean. Ya sea en el crecimiento de la iglesia, en los medios de comunicación o en nuestros mensajes, debemos recordarnos que, como remanente de Dios, nunca seremos la mayoría.
Nos preocupamos por la profundidad del ministerio, y dejamos que Dios se preocupe por la amplitud. Mientras más persigamos la fidelidad y no la fama, nos irá mejor. Dios ama lo pequeño, y nosotros también debemos hacerlo: Debemos amar al remanente que Dios ha preservado.
Dios preserva al remanente plenamente. Nunca atraeremos a la mayoría, pero sabemos que nunca estaremos solos.
Dios preserva al remanente en su servicio
Dios preserva a su pueblo mientras lo adora. Nuestra disposición debe ser una de servicio vitalicio, donde somos tan sobrecogidos por Dios que lo engrandecemos y nos hacemos minúsculos. Nos inclinamos ante Él porque Él es exaltado, Él es excelso y nosotros somos nada. Debemos estar tan embelesados por Él que capture no sólo nuestra alma, sino nuestro propio cuerpo. Todo lo que somos está asombrado ante Él.
Nuestro Dios es trascendente, está por encima de todo. No puede ser contenido. Por lo tanto, nosotros tampoco podemos contenernos. Debemos mostrar con cada fibra de nuestro ser su supremacía y su trascendencia. Este es el verdadero servicio a Dios, y mientras le servimos, Él nos preserva.
Sepan esto: la gracia de nuestro Dios es suficiente para que preserve al remanente en su servicio. Terminaremos bien, sin compararnos con los demás ni dejarnos consumir por la justicia propia, sino pastoreando a los que tenemos delante, que están siendo preservados en su servicio.
Dios preserva al remanente en su sumisión
Nuestras vidas giran en torno a la lealtad, la dedicación y la fidelidad. Nuestro propósito es la sumisión. El remanente de Dios no deserta, no se dobla, y no se rompe, porque Dios preserva al remanente para vencer al mundo.
Sabemos que la persecución es una realidad para la iglesia, tanto ahora como en el futuro. Pero debemos recordar: por mucha persecución que venga, la gracia preservadora de Dios siempre es más. No es sólo suficiente, es abundantemente más abundante para que su remanente no se doblegue y no se rompa.
Dios nos preserva en nuestra sumisión, para que podamos ser audaces y valientes en nuestra sumisión.
Dios preserva al remanente por gracia soberana
Lo único que nos sostiene es la gracia de Dios. Ya que ese es el caso, no se trata de nosotros mismos, se trata de la gracia soberana de Dios solamente.
Eres nada poderoso, justo o especial. Nunca fue por esfuerzo humano o logro humano. Siempre, sólo ha sido por la gracia soberana de Dios.
¿Quieres resistir hasta el final? Hay una cosa que hacer: fíjarte una y otra vez en la gracia soberana de Dios. Aférrate a eso y sólo a eso, y llegarás a casa. Es por eso que hay un remanente para empezar: para magnificar la gracia soberana de Dios.
El control soberano de Dios se ve no sólo en cómo Él vence y derrota a todos los dioses falsos, sino también en cómo preserva a su pueblo contra todo pronóstico. Esa es la obra maestra de su gracia. Dios es glorificado como Rey de reyes y Señor de señores, en su asombroso poder, no sólo para prevalecer contra el politeísmo, sino para mostrar su gloria al preservar a su propio pueblo.
No te desanimes cuando las pruebas se crucen en tu camino y estés luchando. No te desilusionéis pensando que eres la esperanza de toda la humanidad. No te desanimes por tu pueblo. No desesperes cuando te encuentres en los momentos oscuros de tu vida y te enfrentes al agotamiento y a la lucha. Hay un remanente preservado por la gracia.
Sigue adelante, sigue pastoreando el rebaño de Dios que Él preserva por su gracia. Sigamos haciéndolo hasta el día en que veamos, por el Señor Jesucristo, que este remanente, pequeño y escaso, siempre la minoría, es la mayoría absoluta.