A lo largo de la historia, se ha debatido si una mujer puede o no ser pastora. Algunos (igualitarianismo) argumentan que sí, y apelan a la noción que los pasajes bíblicos que descalifican a la mujer para ser pastora son culturales, y que hoy en día no aplican. Sin embargo, Pablo no nos da esa opción. El apóstol enseña que la mujer no puede ser pastora, no debido a la cultura, sino por el invariable orden de la creación como su ayuda idónea: “No permito a la mujer enseñar… porque Adán fue formado primero, después Eva…” (1 Tim 2:12–13; Gn 2:18). Además, el primer requisito que muestra que un anciano es calificado para el pastorado, es que debe ser varón de una sola mujer (1 Tim 3:2).1

Entonces, en contraste al igualitarianismo, el complementarianismo enseña que aunque el hombre y la mujer son iguales en valor y en dignidad (Gal 3:28), sus papeles se complementan y son diferentes. Tanto en la iglesia, como en el hogar, la Biblia presenta al hombre como la cabeza de la mujer (1 Cor 11:3), por eso la mujer debe sujetarse a la autoridad de sus pastores (Heb 13:17) y su marido (Ef 5:22). El hombre, en contraste, debe usar su autoridad para amar a su mujer (Ef 5:25), y los pastores, usar su autoridad para servir a sus hermanas (1 Pe 5:1–3). Iglesias conservadoras y reformadas históricamente han entendido que la Biblia enseña esta postura de complementarianismo.

Sin embargo, ha surgido un nuevo movimiento en los Estados Unidos llamado complementarianismo blando, que busca un lugar intermedio.2 Y debido a que muchas iglesias hispanohablantes, que son históricamente conservadoras, lo están importando y adoptando, este artículo busca definir y refutar el complementarianismo blando.

Definición

El complementarianismo blando (CB) es difícil de definir, porque los que usan el término, lo definen de diferentes maneras. Pero la idea general es que aunque la mujer no está calificada para ser pastor, puede predicar. Ahora, existe una división entre los que usan el término, algunos que sólo permiten que la mujer enseñe a otras mujeres y otros que lo permiten en cualquier lugar. Pero, todos los que promueven el CB afirman que la mujer puede predicar.

Ya que la predicación de la mujer se presenta como una necesidad bíblica, CB también fomenta la formación de mujeres en la predicación. Es decir, si la mujer debe enseñar por lo menos a otras mujeres (Tit 2:4–5), debe ser entrenada para hacerlo bien. De hecho, aunque no lo nombraré, un seminario en los EUA que prohíbe que la mujer sea pastora, al mismo tiempo reportó que 50% de sus alumnos en su programa del MDiv (un programa que entrena a pastores) eran mujeres.

Evaluación

Lo positivo de CB es que anima a mujeres a ser teólogas. Las mujeres no tienen menos responsabilidad de estudiar la Escritura. Deben conocer la Escritura, y también la sana doctrina. También es loable animar a las mujeres a enseñar a otras mujeres. La Biblia jamás prohíbe que una mujer enseñe a otras mujeres o niños. Pero, aunque tiene aspectos positivos, también veo peligro. Por lo tanto, creo que debemos aferrarnos al entendimiento bíblico e histórico del complementarianismo, y no abrazar el CB, por las siguientes dos razones:

  1. Tito 2 no demanda lo que CB sugiere. En primer lugar, Tito 2:3–5 se dirige a las hermanas ancianas, no a todas las mujeres. Además, Pablo especifica los temas que las ancianas deben de abordar con las hermanas jóvenes, y no son de teología y predicación expositiva, sino de temas prácticos, por ejemplo: cómo cuidar su casa, cómo sujetarse a su marido, y cómo querer a su familia.3 Ahora, es obvio que las ancianas no pueden enseñar estas cosas sin un entendimiento correcto de las Escrituras. Sería imposible que una anciana enseñe a una joven a sujetarse a su marido sin usar Efesios 5. Pero el contexto de Tito 2 no es una conferencia, sino un discipulado personal. Entonces, Tito 2 no se puede usar para probar que la mujer tiene un mandato bíblico de predicar.  
  2. El peor peligro que veo con CB es que busca presentar a la mujer como la mejor maestra de la mujer. Es decir, si una hermana quiere aprender cómo ser una esposa que honra a Dios, CB argumenta que un hombre no sabe esto, así que sería mejor aprenderlo de una hermana. De hecho, un blog reciente argumentó con mucho fervor que “las hermanas deben valorar la predicación femenina al mismo nivel que la predicación masculina”.

Pero esto busca quitar el rol del hombre como el maestro de la mujer y mina la autoridad de los pastores-maestros en la iglesia. Mi esposa, por ejemplo, no debe valorar la enseñanza de una hermana en la iglesia al mismo nivel que la enseñanza de sus pastores, porque la Biblia no le exige obedecer a las ancianas, sino a sus pastores (Heb 13:17). Obvio, al final de cuentas, debemos sujetarnos a la autoridad de las Escrituras, pero las hermanas deben acudir a sus pastores como la mejor fuente de enseñanza bíblica. De hecho, aun si después de escuchar un sermón, una hermana tiene una duda, Pablo no le anima a buscar una respuesta con otra hermana que le entienda, sino a preguntar a su propio marido (1 Cor 14:35).

Nuestra cultura feminista odia el hecho que Dios ha puesto al varón como la cabeza de la mujer (1 Cor 11:3), y lo ataca en todo momento y desde todo ángulo. Por lo tanto, es necesario que derribemos sus argumentos y nos sujetemos a la palabra de Dios. No seamos tan rápidos al importar nuevas ideas. Debemos comparar cada idea innovadora con la Escritura, aceptando lo que es bíblico, y rechazando cualquier aberración. El complementarianismo blando no es bíblico, y sugiero que un mejor nombre para describirlo sería igualitarianismo sutil.

[1] Esto es, sin mencionar múltiples otros argumentos bíblicos como que la sujeción de la esposa refleja la sumisión de Cristo a su padre en el plan de redención, 1 Cor 11:3.
[2] Traducción propia de la frase “soft complementarianism” en inglés .
[3] La palabra griega es φίλανδρος.